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Hablemos de los perros guía, compañeros de viaje de las personas ciegas – Six Sense Travel. Turismo inclusivo

Hablemos de los perros guía, compañeros de viaje de las personas ciegas

Pensamiento visitado 7.180 veces

Bella, Oldo y Whost, dos labradores negros y uno rubio.

Últimamente los que me seguís por twitter o seguís a mi marido Juanjo, habréis leído nuestras múltiples peleas con el gremio del taxi a causa de su negación a llevarnos con nuestros compañeros peludos, desoyendo así la ley que nos ampara. He creído necesario, pues, escribir un post donde contaros un poco desde el punto de vista más objetivo posible, siendo que soy usuaria de perro guía, cuál es la función de estos animales, ya que son mucho más que un perro, que es lo que creo que mucha gente aún solo ve.

Antes de seguir, os dejo aquí una completísima Información sobre la legislación española sobre los perros guía. Aún y así, trataré de aclarar las dudas, comentarios, mitos, etc. más frecuentes que he ido escuchando en el transcurso de mis 12 años como usuaria de perro guía.

Las FAQ o preguntas más frecuentes sobre los perros guía

¿Los perros guía pueden acceder a todas partes?
Sí, con excepción de los quirófanos, las UCI (unidades de cuidados intensivos) y las cocinas de los restaurantes.
Es por ello que llevan un control veterinario exhaustivo en cuanto a desparasitantes y analíticas, de una a dos anuales. También los usuarios debemos mantener al perro en condiciones higiénicas óptimas a base de cepillarlos a menudo y en cuanto sea necesario bañarlos.
¿Dónde viaja el perro cuando vais en algún transporte: por ejemplo en el tren, avión, taxi…?
El perro siempre debe ir acompañando a su usuario, echado a los pies de éste. están entrenados para ello y saben que no deben subir a los asientos.
En cuanto a pagar plaza por el perro para que acceda a los transportes, siempre sea el vehículo que sea, el perro guía accede sin costo alguno para su usuario.
¿El perro es como un gPS que se sabe los caminos?
Definitivamente no. El perro está entrenado para suplir nuestra carencia, que es la vista, y por lo tanto nos va a evitar colisionar con cualquier obstáculo que haya por el camino y va a responder a través de comandos a lo que le pidamos, como por ejemplo a buscar un cruce siempre que le indiquemos hacia qué dirección buscarlo, a buscar unas escaleras, una puerta, la parada del autobús o del metro, etc. Nunca, sin embargo, le diremos al perro por ejemplo: ¡llévame al trabajo! porque no sabrá qué le estamos pidiendo. Sí es verdad que cuando el perro se acostumbra a ciertos caminos rutinarios, al darse cuenta de que lo estamos siguiendo, es probable que intente anticiparse a nuestras órdenes para continuar por esa ruta. A veces hasta nos puede resultar difícil hacerles entender que queremos ir hacia otra parte.
¿El perro sabe cuando hay que cruzar, verdad?
No, el perro sabe que si vamos andando y pasa un coche ha de parar para que no nos atropelle pero no sabe interpretar los colores de los semáforos. Las personas ciegas sabemos cuando cruzar o bien guiándonos por el tráfico o si los hay, por los semáforos sonoros que nos indican con un sonido cuando está verde y se puede cruzar.
¿Sabe cuando bajar del bus?
Es verdad que a veces y por pura rutina o incluso por nuestros movimientos el perro acierta cuando toca bajar pero no es lo habitual. Somos de nuevo nosotros quienes le indicamos al perro cuando es el momento. Tampoco distingue en qué autobús tenemos que subirnos.
¿Puedo tocar al perro, muerde?
La respuesta rápida sería no, y no. Matizando más, dependerá de cada usuario el hecho de si se puede o no tocar al perro. En mi opinión el perro si lleva puesto el arnés y su usuario está sujetando el asa y andando o indicando algo al perro, no es momento ni de tocar al animal ni de llamarle la atención si no queréis poner en riesgo a ambos. Si la persona está parada, siempre acercaos a preguntar si le podéis tocar y respetad la decisión del usuario sea cual sea.
En el caso de morder o atacar, no son perros entrenados para ello pero en cualquier caso antes que guías son perros, y si se sienten en una situación de peligro ellos, o la persona que les acompaña, puede ser que decidan reaccionar de la manera que consideren adecuada para defenderse y sentirse de nuevo seguros.
¿Le puedo dar un poquito de comida?
Aunque nuestros amigos peludos aceptarían la comida de mil amores, no hay que darles nada. Están perfectamente alimentados y además siguen una dieta estricta para su bienestar, buena nutrición, control de peso y control de sus necesidades.
¿Te compraste tú al perro o te lo da alguna asociación?
Hay muchas escuelas de perros guía repartidas por todo el mundo. Si el perro que vamos a solicitar es a través de la ONCE, ya sea en la Fundación del Perro Guía en Madrid o en Leader Dogs For The Blind, en Rochester, michigan, con la que la ONCE tiene también convenio, el costo de los perros está totalmente subvencionado. Para nosotros los costos empiezan en cuanto el perro pasa a formar parte de nuestra familia, entonces por supuesto quien se encarga de todo, pienso, veterinario, vacunas, antiparasitarios, etc. etc., somos nosotros.

estas son algunas de las preguntas más frecuentes sobre el tema, pero no dudéis en dejar en comentarios cualquier otra duda que os surja.

Experiencias de otros usuarios

Muchísimas personas se mueven con sus perros guía por todo el mundo pero aquí os dejo una pequeña muestra en forma de experiencias de 5 equipos, porque sí, después de unos meses de vinculación acabamos siendo un equipazo con nuestro peludo.

Patricia de Viviendo a Tientas

Patricia con su perrita guía Brilyn, una golden, en un salón.

Antes de que Brilyn llegara a mi vida, yo nunca había tenido perro. Ni guía ni mascota. En mi casa solamente tuvimos peces o tortugas, nada superior a ese tamaño. Y aunque siempre quise tener un perro, desde niña mis padres me inculcaron la gran responsabilidad que esto suponía. Así que hasta que no fui mayor y conocí la labor que realizan los perros guía, no lo vi como una posibilidad real. Estaba estudiando tercero de carrera en la Facultad de Periodismo cuando conocí de primera mano varias experiencias de usuarios con perro guía y pude comprobar la gran ayuda que ofrecen estos animales. Ya no era solo que el perro les permitiera caminar con mayor rapidez y seguridad, es que además, ¡su perro era su fiel compañero!
Fue entonces cuando tomé la decisión de solicitar un perro guía. Pero aún tardaría tres años en conocer a Brilyn. Cuando al fin me llamaron para ir al curso que me llevaría junto a ella, temblaba de los pies a la cabeza.
Fue un 21 de octubre de 2009, en la escuela de Leader Dogs for the Blind cuando al fin conocí a mi Golden. La que sería mis ojos y mi guía desde ese momento. Y os puedo asegurar que me enamoré de ella. Desde el minuto uno fue un auténtico flechazo.
Los comienzos no fueron fáciles. Como en toda relación, teníamos que conocernos bien la una a la otra y aprender a trabajar juntas. Ella era muy joven, enérgica y sociable. Yo, inexperta e insegura por naturaleza. Tuvimos que hacernos fuertes y aprender a formar equipo.
Los primeros meses tampoco fueron un camino de rosas, pero ambas dimos lo mejor y pasamos largas horas caminando y practicando juntas por las calles de mi ciudad natal.
Durante ese tiempo comprendí que había ganado libertad, seguridad e independencia, pero también había contraído a cambio una gran responsabilidad y una deuda: ¡debía cuidar de otro ser vivo!
Pero los perros son animales maravillosos. Si les das cariño, ellos te lo devuelven multiplicado por cien. Si les tratas con amor, ellos te adoran.
Hoy han pasado casi diez años desde que conocí a Brilyn en aquella habitación con el número 28 de la escuela de Rochester, y puedo asegurar que se ha convertido en una parte imprescindible de mi vida. Ya no sé salir a la calle sin llevar su correa en la mano, sin caminar a su lado, sin sentir el calor de su lomo peludo junto a mi pierna.
Por eso no comprendo a quienes nos deniegan el acceso a algún lugar con nuestro perro guía. Es como si nos estuvieran agrediendo o discriminando directamente a nosotros. Nuestro perro guía son nuestros ojos, no es una herramienta de la que podamos prescindir ni que podamos dejar tirada en un cajón. Es un ser vivo al que le debemos mucho, y por ello debemos cuidarlos, respetarlos y proteger sus derechos.

Lara de Lo que me llevo entre manos.

Ella espera obediente frente a la puerta del vestuario; está hechada tranquilamente y disfrutando del frescor del suelo mientras termino de cambiarme. Salgo. El pitido de mi tarjeta pasando por el dispositivo de fichaje marca el final de mi jornada. Son las 15:00 de la tarde.
El intenso calor que habitualmente acompaña la llegada del verano en los últimos días de junio nos abraza al abandonar la fresca temperatura de la clínica. “¡Adiós Lara, adiós Heiby!”. Respondo a mis compañeros mientras sonrío para mis adentros. Sí, ella es una más.
Caminamos por la acera. Hay más gente: personas que también han terminado de trabajar y dejan sus oficinas para volver a su hogar, personas que se entretienen hablando con sus vecinos mientras pasean a sus perros… Los esquivamos sin dificultad y seguimos avanzando. Pero enseguida nos detenemos porque varios coches están saliendo de un garaje. Heiby ha parado antes de que a mí me diera tiempo de advertirlos. La felicito. “Debería de haber estado más pendiente; soy yo quien debería haberle pedido que se detuviese”, me recrimino a la vez que me maravillo una vez más por el increíble trabajo que hace.
llegamos a un cruce. Concretamente “al cruce”. El sol está en su posición más alta y noto muy caliente mi cabeza y espalda mientras espero a que el semáforo cambie a verde. Heiby debe notar también muy caliente el suelo. Es una complicación añadida a la que tiene que hacer frente.
Todavía recuerdo cómo se apoderaban de mí los nervios cuando tenía que cruzar con bastón aquellos tres carriles con anchura de cuatro, en diagonal, con tráfico a ambos lados y deprisa porque enseguida cambia a rojo. La primera vez que crucé con Heiby hace ya dos años tuve ganas de llorar. Es tan sencillo con ella… El instructor me confirmó que lo cruza perfectamente, sin desviarse.
Avanzamos. Tengo la sensación de que Heiby está contenta. Camina como si fuera dando saltitos y noto a través del arnés una muy leve oscilación. Alargo un momento mi mano libre hacia su cola. Está en movimiento.
“Busca el bus”. Delante de mi está el poste. La felicito nuevamente y se sienta. No hay mucha sombra. Por suerte la aplicación del móvil del autobús de Alicante me informa de que le faltan dos minutos a mi autobús, como al autobús de la línea 1. Evito formular en alto unas palabras de protesta. Sé que llegarán ambos a la vez y me supondrá una dificultad más.
Y así es, otros pasajeros me anuncian que mi autobús ha parado detrás del 1, el cual acaba de detenerse frente a mí, y ha abierto las puertas. Rápidamente le pido a Heiby que se dirija hacia allí y encuentre la puerta de acceso. Lo hace y me marca la altura de la misma. Aliviada entro y me instalo en un asiento individual, ya que hoy prefiero ir sentada. Heiby se coloca bajo el asiento tumbada con la cabeza apoyada en su pata. Seguro que pretende echar una cabezadita durante el trallecto. “Siempre creo que voy a perder el bus cuando se coloca detrás de otro y tengo que “correr” hasta su puerta, pero nunca me sucede”, pienso mientras el conductor arranca.

Hoy la megafonía que anuncia las paradas no está activada y tengo que estar más atenta a los giros para saber cuándo llegamos a mi parada. Las dos formamos un equipo y cada una tiene que desarrollar su papel.

Nos tenemos que bajar en la siguiente parada y le pido a Heiby que se levante. Cuando el autobús se detiene nos apeamos. El camino hasta casa es más sencillo, pues ya no estamos en el centro de la ciudad donde el tráfico es más intenso. Sin embargo las aceras son más estrechas y sé que para ella es un esfuerzo mayor. Justo delante, además, tenemos varios andamios y debemos pasar por debajo de ellos con cuidado. ¿Varios andamios? “Cuidado, que han ampliado las obras y está toda la acera llena de sacos y material de obra; tendrás que cruzar a la acera de enfrente.” me aconseja el hombre simpático de la cafetería-churrería de la esquina.

Por fin, dos manzanas más allá llegamos a casa. Felicito efusivamente a Heiby. Hace mucho calor y está jadeando. Sin embargo no se ha distraído a penas ni a variado su ritmo de marcha. Hemos esquivado todos los obstáculos que nos hemos encontrado y superado todas las dificultades añadidas de esta ruta. Ella no es consciente, pero ha cuidado de que no tuviera ningún percance y llegáramos bien. Yo también quiero cuidarla.

Entramos a nuestra casa. Es momento de descansar, beber y jugar. Se lo merece; eso y mucho, mucho más.

Juanjo de Programad.me

Juanjo y su perro guía Whost, un labrador rubio, saliendo del trabajo.

Hay una frase que se me quedó grabada en la memoria. Me la dijo mi instructor, Benigno, cuando fui a por Mery, mi primera perra guía:
“Con el bastón tienes que tomar un montón de decisiones cada minuto. Cuando vas con tu perro, él las toma por ti, y tú solo tienes que preocuparte por indicarle el camino”. Y es totalmente cierto. Cuando vas con el bastón tienes que ir concentrado, pendiente a cada hueco de árbol, a cada farola, a cada papelera, a cada peatón que te viene de frente mirando al móvil, que pareciera él ciego en lugar de tú. Cuando vas con tu perro, puedes ir pensando en otras cosas, y estar solo pendiente de que giras en el cruce adecuado, o de indicarle a tu compañero de cuatro patas que te encuentre el bus o la puerta por la que tienes que entrar. Y ya no digamos en espacios abiertos, en los que pierdes toda referencia posible, y en los que el perro toma la iniciativa para encontrar el camino correcto.

He viajado a muchos lugares, a veces totalmente desconocidos e incluso donde no hablaban mi idioma. Sé, sin miedo a equivocarme, que sin Whost, la experiencia hubiera sido aún más complicada. La gente me dice que soy valiente, y yo les digo que gran parte de esa valentía me la da la seguridad de que mientras él esté a mi lado, acabaremos llegando a destino, tarde o temprano, y sanos y salvos.

Es una relación especial y súper estrecha la que tenemos con nuestros peludos. Estamos con ellos las veinticuatro horas del día: en casa, en el trabajo, en todos los desplazamientos… Son como nuestros ojos, y van allá a donde nosotros vamos. Por eso no entiendo la falta de empatía de algunas personas, que los ven como simples animales que van a llenarles el taxi de pelos, o como potenciales molestias dentro de un restaurante. Quizá falta concienciación, y sobre todo, una mejor comprensión de qué es lo que hacen, cómo nos ayudan, cuán educados están, y porqué tienen que ir siempre con nosotros.

A mí me gusta pensar que nos cuidamos mutuamente, cada cuál con el papel que le ha tocado en esta simbiosis, en la que él me guía allá donde vayamos, y yo le proveo de todo lo que él necesita para que viva bien y sea feliz. Sin duda alguna, creo que formamos un equipo, un buen equipo.

Angel, @Poqui15

Angel con su perrita guía Meg en los jardines de la escuela de perros guía de Nueva York.

Si; está aquí a mi lado.
Desde hace cuatro años, me acompaña a todos lados y en todo momento, se llama Nutmeg, y la persona a la que guía, o sea, su usuario, que soy yo, me llamo ángel. Ella es mi perrita guía.
Ha supuesto para mí un cambio muy importante en mi forma de desplazarme por los diferentes lugares que he visitado. Me acompaña siempre, por los pueblos y ciudades de España y Europa, y por caminos y montes cuando voy a hacer senderismo.
Con bastón, también realicé muchos viajes, pero ni la manera de conducirte, ni la confianza con la que te enfrentas a explorar una nueva ciudad, pueblo, o camino desconocido, es la misma.

Para mi la definición más correcta de conducirme por la vida con un perro guía, es que es como llevar una persona a mi lado, a la que yo le voy indicando por donde quiero que me lleve, y ella se encarga de sortearme los obstáculos, Que pudiera haber en mi camino.
Esto último con un bastón Es diferente, ya que el obstáculo lo detecta la persona que lo lleva cuando llega a él y lo toca. Y eso sin contar claro está,
Con el cariño absolutamente incondicional, y el vínculo y la confianza tan fuerte que se crea en la unidad, que así se llama al perro guía cuando trabaja con su usuario.

Solo espero que Nutmeg Y yo podamos recorrer muchos kilómetros De pueblos ciudades y caminos durante mucho tiempo, porque mi perrita guía y yo, siempre caminaremos juntos.

Pili de La maleta de Pili

Pili con Kenzie y Leia. Las tres sentadas en el suelo. Kenzie, labradora rubia, a la izquierda, Pili en medio y Leia, labradora negra, a la derecha con su arnés y sacando la lengua.

Soy Pili Calvo de Barcelona y desde hace 10 años soy usuaria de perro guía. A pesar de no ser ciega total, tener perro guía me ha dado mucha libertad, autonomía y sobre todo seguridad. Desde hace poco vuelvo a ser usuaria de perro guía, ya que desde hace 6 meses tengo nueva compañera de cuatro patas, Leia. Mi primera perra guía está en casa disfrutando como un perro más, ya que después de diez años de servicio le llegó la jubilación. Fue una decisión difícil, pero supe que era lo mejor para ella.
Entonces volví a saborear la amargor de volver a utilizar el bastón, y valoré mucho más lo que Kenzie había hecho por mí durante todo el tiempo que me guio: esquivando a personas, obstáculos y no parándose ante baldosas mal colocadas, simplemente reduciendo la velocidad o incluso eligiendo otro camino más llano por mí. En cambio con el bastón era como hacer salto pértiga, daño en la muñeca, llevarte a alguien por delante o que se me quedase en el hueco del árbol, provocándome: inseguridad, lentitud y un ánimo frustrante.

Por eso cuando retiré a Kenzie quise repetir la experiencia de sentirme segura y con libertad de ir donde lo necesite. Pasé el tiempo de espera yendo con el bastón, volviendo al origen de la pérdida de visión… y en unos meses he vuelto a recuperar la libertad, la seguridad y la independencia que me facilita Leia. De momento, estamos creando vínculo, nos estamos conociendo poco a poco, porque aunque haya sido usuaria de perro guía, cada peludo es diferente y tienen sus manías (y yo las mías) y las estamos descubriendo poco a poco.

Ahora vuelvo a llegar a los sitios a tiempo, con velocidad, sana y salva y orgullosa de lo mucho que hace mi guía peluda por mí. Incluso me atrevería a decir que me da valentía para ir a cualquier sitio que no haya estado, mucho más que si fuera con bastón.

Enlaces de interés

Si os habéis quedado con ganas de leer más sobre estos fascinantes perros y todo lo que nos aportan ya no solo en cuanto a nuestra movilidad sino en nuestro día a día, como han sido entrenados, como nos conocemos y empezamos nuestra andadura, nuestra vinculación con ellos, etc… Os dejo unos cuantos links a blogs de otras personas que conviven con estos magníficos peludos.

Y por si os habéis vuelto fans de estos maravillosos canes o aún no estáis del todo convencidos de todo lo que valen, en este blog podréis encontrar en casi todas las entradas ya sea de manera indirecta o más directa referencias a ellos, desde el Diario de un perro guía donde cuento como fue nuestro encuentro con Oldo, hasta el Homenaje a mi preciosa Bella, mi anterior guía cuando llegó su merecidísima jubilación.

Ojalá este extenso post sirva para abrir los ojos a todos aquellos que hasta ahora desconocían la labor de los perros guía y dejen de verlos como un capricho de los ciegos o como “mascotas molestas” que solo dejan pelo y ensucian, para comprender lo que realmente son: nuestros ojos, nuestros compañeros de aventuras, nuestros guías, y quienes hacen que nos movamos por este mundo con gran independencia y seguridad.
¡Gracias!

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Publicado por

amaterasu

Fundadora de Sixsense Travel, plataforma de turismo inclusivo. Apasionada de mi família Vikinga, los Viajes, la inclusión y la igualdad de género. Intentando hacer de este mundo un lugar mejor donde vivir.

9 comentarios en «Hablemos de los perros guía, compañeros de viaje de las personas ciegas»

  1. ¡Hola!
    Ha sido maravilloso leer este post, las experiencias de todas estas personas, creo que puede ser muy bueno para concienciar a esa gente que sigue sin ser consciente de lo que suponen y de que son mucho, muchísimo más que mascotas o simples perros.
    Quisiera decir que yo tengo intención de solicitar un perro guía cuando llegue el momento, y a veces me da el bajón, y pienso que no debería ni intentarlo, porque no seré capaz, porque no seré lo suficientemente responsable… pero leer cosas como estas, me animan, y me hacen sentir que, tal vez, podré hacerlo.

    1. ¡Hola Enara! muchas gracias por estar ahí y comentar. Sobre si serás capaz, ya verás como sí! es cierto que hay momentos en los que nos entran las dudas y pensamos si podremos, si no será demasiado, si no será un rollazo esto de tener una responsabilidad como es la de cuidar y atender a otro ser vivo pero… Aunque habrá momentos que te dará pereza sacarle cuando caiga un diluvio de mil demonios o cuando caigan chuzos de punta de la rassca que haga… lo harás y en el fondo verás como igualmente te compensará jaja, porque nos dan muchísimo y la movilidad con ellos no se puede comparar en absoluto a ir con el bastón.

    1. Hola guapa!!! gracias por leer y comentar. Si te parece en vez de responderte por aquí, incluyo tu pregunta al post y la respuesta 😉
      Gracias por preguntar y participar!

  2. ¡Hola!
    Me ha encantado este post. Espero que sirva para mejorar el conocimiento general sobre los perros guía.
    Lo cierto es que yo también dudé en algún momento si sería capaz de cuidar de un perro guía y si sabría ir por la calle con él, ya que con el bastón siempre iba tocándolo todo y tenía la sensación de que con el perro iba a ir más desorientada al no tener referencias. ¡Qué equivocada que estaba!
    En cuanto a la responsabilidad que suponía… Conforme iba teniendo contacto con usuarios de perro guía me di cuenta de todo lo que ello suponía en cuanto a cuidados, alimentación, , veterinarios, horarios,… Y al principio me daba más reparo: valoraba la posibilidad de solicitar un perro guía pero no estaba segura. Hubo un momento al final de mi carrera, tras haber convivido incluso con perros guía de compañeros de piso, en el que me di cuenta que ya no tenía ese reparo; me di cuenta que estaba preparada. Hice la solicitud entonces.
    Yo no había tenido perro guía anteriormente, ni tampoco un perro en casa. Mis conocimientos de cómo hacer todo eran casi nulos. Pero, precisamente para ello hay un curso.
    He tenido momentos de dudas y de no saber cómo resolver una situación; momentos de pereza a la hora de sacarlos a la calle, por la noche, especialmente; pero la seguridad y facilidad que me proporcionan a la hora de desplazarme es tal que supera con creces todo lo que a mí me supone.
    Para todo aquel que se lo plantee, os animo.
    A todo aquel que piensa en que es lógico que no nos permitan entrar a lugares públicos como un restaurante o una clínica donde no se ofrecen unos cuidados intensivos, decirles que tampoco es lógico ir por la calle con gafas por necesidad y quitárselas antes de entrar a un sitio. Si me muevo con perro guía y antes de entrar a un sitio lo tengo que dejar fuera…¿Qué sentido tiene que un perro se adiestre para guiar a la hora de moverte si luego te “sirve” solo para salir a pasearlo porque no puedes entrar a ningún sitio con él?

  3. Muchísimas gracias por acercarnos a través de esta entrada, a vuestros tesoros, vuestros compañeros, y hacer ver que no son solo perros, sino que son parte vuestra: vuestras manos, ojos y pies. Yo he tenido la suerte de ser la veterinaria de dos de esos perros y fue toda una experiencia.
    Yo soy una de las que voy por la calle y me maravillo de verlos trabajar, y mi alma infantil le encantaría toquetearlos y besuquearlos. Pero tranquilos, soy responsable y se que están trabajando. Pero eso no quita para que se me pongan los ojos tiernos y los mire con amor.
    Yo tengo la suerte de tener un perro labrador muy inteligente. Creo que hubiera sido fantástico para educarlo como guía. Yo lo tengo educado para que pueda entrar en todos los sitios que me dejen. Ojalá me dejaran meterlo en más lugares. Pero veo indignante que no se os permita tenerlos con vosotros en ciertos lugares. Esos deberían ser denunciados porque por ley, pueden entrar en todos lados.

    Muchos ánimos y a seguir luchando para que nadie os limite la entrada de vuestros peludos.

    1. ¡Hola! muchas gracias por el comentario! Me ha hecho mucha gracia lo que cuentas sobre cuando ves a nuestros perretes e irías a achucharlos, es que son super adorables e igual que tú les pones ojitos tiernos, ellos igual!!!! son super listos y según dice mucha gente, saben ponerte miraditas jajaja. Como comentaba en el post, si estamos andando es mejor no decirles nada ni hacerles ningún gesto pero si estamos parados y te apetece acercarte a hacerle una caricia, ve y pregúntale al usuario o usuaria, yo por ejemplo sí te dejaría pero como digo, hay que respetar lo que diga cada persona jeje.
      Sobre denunciar cuando no nos han permitido el acceso, en mi caso especialmente en taxis, lo hemos hecho y por desgracia al menos hasta la fecha, no ha surtido ningún efecto. Ojalá el post llegue al gremio del taxi y ayude a que cambien su visión y comprendan que es un pequeño inconveniente tener que aspirar unos pocos pelos del taxi, en contrapartida de todo lo positivo que tienen estos animales y si no lo ven así… al menos que sepan que la ley es la que es y que nos tienen que llevar, les guste o no.
      Un abrazo y espero que te quedes por aquí leyendo y comentando en el blog!

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