Hace unos días, me crucé en las redes sociales con la invitación de Six Sense Travel a participar en su blog a todos aquellos que quisiésemos colaborar y, como no, no he querido desaprovechar la oportunidad que, tan generosamente, Núria nos da para compartir uno de mis pensamientos sobre el turismo, los ciegos y la discapacidad.
Como a la mayoría de personas, que nos pasamos por blogs como este, me encanta viajar: soy uno de esos ciegos inquietos al que, basta que la naturaleza no le deje ver las cosas, le gusta llevar la contraria al mundo y querer conocer más aun todo aquello que se ponga a mi alcance. Eso si, a pesar de mi ceguera tengo la enorme fortuna de contar con los ojos de quienes más amo en este universo: mi hija y mi mujer, que me ayudan a derribar todas esas barreras que la sociedad aun impone a quienes no vemos y, que también, me convierten en palabras todo aquello que quisiera ver.
Crecido en un barrio de una gran ciudad, jugaba con amigos que veían, charlaba con vecinos que veían también, estudié en una escuela donde todos mis compañeros podían ver, me licencié en una facultad con estudiantes sin discapacidad y, hasta hoy, he luchado por ser siempre uno más; con sus más y sus menos, con más o menos dificultades, eso sí, claro… Y a la hora de viajar, no quiero ser menos que nadie.
Me encanta encontrarme con paneles de información en braille o con códigos Qr que me permitan acceder a la información; poder tocar aquellos objetos que los demás miran o acceder a planos en relieve de los lugares donde estoy; seguir encaminamientos que me indiquen por dónde ir; etc.
Pero la clave de todo está en eso que llaman empatía: esa empatía que hace aterrarme cuando pienso en cómo podrían ser mis viajes si mi pareja o mi acompañante fuese también una persona ciega, o esa misma empatía que podría ayudar a quienes pueden ver a descubrir qué dificultades tiene una persona ciega, con solo cerrar sus ojos e intentar seguir con aquello que estén haciendo. No queremos, al menos eso pienso yo, viajes pensados o diseñados exclusivamente para personas con discapacidad; quiero poder disfrutar plenamente de un viaje con mi familia, con mis amigos o, simplemente, con otros viajeros con y sin discapacidad: una misma sociedad, un mismo turismo.
¡Gracias, Núria, por abrirnos este magnifico espacio!
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Muchísimas gracias, Eduards. Mi ceguera es sobrevenida y yo también quiero viajar como una mas.