Y por fin pudimos ir a probar el túnel de viento en el Windoor de Empúria Brava. Es una experiencia que compré en Navidad para Juanjo y para mí y teníamos hasta el 22 de junio de 2018 para canjear el cupón por los vuelos, en nuestro caso compré dos vuelos para cada uno, cada vuelo de un minuto.
A las 9 de la mañana y acompañados por mi prima Laura, sí! la fotógrafa oficial de mis blogs, y mi tía, nos montamos en su coche JJ, yo, el vikingo y Oldo y nos pusimos en ruta dirección Empúria Brava. Se puede ir también en tren hasta figueres y de ahí coger un bus hasta Empúria brava. aquí tenéis la info de Cómo llegar al Windoor
En coche son algo menos de 2 horas sin hacer paradas.
Teníamos la experiencia de vuelo a las 13H aunque te piden que estés una hora antes. nosotros lo cumplimos con creces y como llegamos tan pronto aprovechamos para hacer el check in en el que nos tuvieron que ayudar a rellenar una solicitud de datos y ya aprovechamos a buscar buen sitio cerca del túnel de viento y nos tomamos unos refrescos.
Eric alucinava viendo a la gente volar en el túnel! sobre todo cuando los instructores hacían un pequeño vuelo de exhibición cada vez que terminaba uno de sus grupos de vuelo.
A las 12 y media nos llamaron al grupo 7 para bajar a dar una pequeña clase teórica. Robby nuestro instructor nos contó un poco las posiciones de vuelo:
Estirados boca abajo, los brazos extendidos por arriba de la cabeza y como si estuviéramos abrazando una gran pelota, con las manos abiertas y las palmas enfocadas hacia abajo. Las piernas un poco abiertas y los pies con las puntas lo más horizontales posible, es decir nada de enfocarlas hacia el suelo sino siguiendo la pierna. Las piernas o bien tenían que estar bien estiradas o bien encogerlas un poco, a criterio del instructor.
La cabeza en principio no mirando hacia el suelo sino levantada, mirando hacia el frente.
Para indicarnos las posiciones y como dentro del túnel no se oye nada por el ruido del viento, el instructor se comunica con sencillísimas señales gestuales, pero en el caso de Juanjo y mío, las señales serían táctiles. Un toquecito en la frente del casco para levantar la cabeza, un toquecito en la nuca para agacharla y en las piernas un toquecito en los gemelos para estirarlas y un toquecito en la tibia o sea la parte delantera de los gemelos para encogerlas.
Nos hizo ponernos a todos, no solo a Juanjo y a mí en una pequeña camilla para practicar las posturas y nos contó que se había especializado en enseñar a personas con discapacidad… no, si ya se notaba ya. La soltura que tuvo con nosotros, la naturalidad, las estrategias… son de una persona que ha tratado a menudo con discapacidades. de hecho nos comentó que un día vino una familia en la que el padre iba en silla de ruedas e hizo el comentario que él no podía volar, y robby le dijo que quizá andar no, pero que volar sí que podría, y efectivamente el hombre se animó, lo probó y disfrutó muchísimo de esa experiencia… se ve que su mujer acabó llorando y todo de la emoción.
Terminada la teoría fuimos a por nuestros equipos compuestos de mono completo, gafas estilo buceo, casco y tapones para los oídos, nos vestimos, dejamos todo y me refiero a pendientes, anillos, relojes, colgantes… en taquillas y ya sí, entramos en la sala donde está el túnel. En esa sala solo accedemos los que vamos a volar.
Cada vuelo dura un minuto. Confieso que el primero se me hizo largo, me sentí muy desorientada sin poder ver ni escuchar nada, solo muchísimo viento y alguien que me iba moviendo para que experimentara el vuelo. El instructor entra con cada uno y como él dice, es él quien nos lleva, solo tenemos que dejarnos llevar y quizá ese fue mi problema, que en ese primer vuelo no lo hice o no del todo.
La sensación del viento en la cara me agobió y abría la boca mucho para coger aire, pensaba que quizá por la nariz no podría tanto… y así pasé ese minuto, además pensando que lo estaba haciendo fatal y no estaba manteniendo bien la posición. La boca al salir la tenía super seca! y me sentía algo mareada.
el segundo vuelo podía ser igual que el primero o twister, el instructor te lo pregunta y tú decides. El twister es que el instructor te sube por el túnel que serán unos 10 metros haciendo espiral y bajáis. Lo hace cogiéndote por las asas que el mono lleva en la espalda y también cogiéndote de un hombro y una pierna.
Tanto Juanjo como yo decidimos que queríamos el twister y ¡que gran decisión fue esa! ni punto de comparación con el vuelo anterior. Ciertamente entré de nuevo algo preocupada por ver como me sentiría esta segunda vez pero empecé a relajarme y cuando subimos hacia arriba fue sensacional!!! eso sí que lo hubiera repetido sin dudarlo! me encantó la sensación, la velocidad, la ligereza… Ahí sí que pude disfrutar y dejarme llevar totalmente.
Al salir Robby nos comentó que lo habíamos hecho muy bien y habíamos sabido mantener la posición. De hecho hubo un par de personas que se giraron por completo en pleno vuelo quedando panza arriba y es que hay que vigilar muchísimo con cualquier gesto que hagamos porque influye un montón en el viento. Por ejemplo, solo girar un pelín la mano puede hacernos descender.
Bajamos de nuevo para quitarnos todo el equipo, recuperamos los objetos de las taquillas y volvimos a subir para pagar los 5€ extra por cabeza que valía hacer el twister y para que nos dén nuestro certificado de vuelo.
Conclusiones e inclusividad de la experiencia
Es una experiencia para todos los públicos, como ponen en su propia web es apta desde los 4 hasta los 99 años. De hecho a ver si el año que viene lo probamos con el Vikingo si a él le apetece. Lo único que hay que hacer es dejarse llevar y como os conté más arriba, ya nos dijo Robby que hizo volar a personas en silla de ruedas.
Lo más problemático quizá es el llegar sobre todo si no tienes coche o alguien que te lleve. Se puede ir en tren y luego coger un bus pero el bus te deja en el pueblo, luego tienes que acercarte hasta el recinto.
Desde aquí pido que estén mejor comunicados todo este tipo de lugares porque no es la primera vez que nos sucede que cuando se trata de ir a casas rurales, experiencias de aventura en la naturaleza etc, o vamos acompañados de alguien con coche o nos es difícil o imposible llegar si no hay alternativa de transporte público.
Entiendo que parte de la gracia de las casas rurales y todo lo que se hace para disfrutar de la naturaleza es estar alejados del ruido y la civilización pero así las personas con necesidades diversas nos es más complicado de acceder. Sería buena idea si no hay transporte público, que el propio lugar, empresa, hotel…. ofrezca el servicio de recogida a la estación de tren o autobús que quede más cercana.
En el caso de windoor he visto que este servicio se ofrece pero me pareció entender que era para profesionales, de todos modos si llamáis para reservar y lo necesitáis, comentadlo a ver si también lo hacen para particulares.
Al final el consejo más importante es que lo probéis, lo disfrutéis y os paséis por aquí a comentarnos qué tal la experiencia.
Ya me despido no sin antes agradecer como siempre la super labor de mi fotógrafa oficial, Laura que se ha encargado tanto de las fotos como de los vídeos y por supuesto de su audiodescripción.
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La verdad es que hacéis cosas súper divertidas. Ya solo por experimentar las sensaciones tan espectaculares que producen este tipo de experiencias vale la pena probar. Me lo apunto.
Por otro lado, me encantaron los vídeos. La audiodescripción está genial ;).
Un saludo
Leidy.
Hola Leidi! la ilusión es recíproca cuando leo tus comentarios 😉 Me alegro que te haya gustado! la verdad es que sí que fue muy divertido, sobretodo la segunda vez jeje, la primera a mí como comentava me impactó bastante, a Juanjo no! de hecho él jugava con ventaja ya que había hecho anteriormente paracaidismo así que la sensación ensordecedora del aire o el que ese aire le diera en la cara, ya se los conocía.
Un abrazo y nos seguimos leyendo!
Una experiencia verdaderamente emocionante.